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Fondos europeos: una herramienta estratégica para transformar, conectar y proyectar organizaciones con vocación social

Durante décadas, la Unión Europea ha destinado recursos a reducir desigualdades entre territorios, fortalecer derechos fundamentales, mejorar los sistemas educativos y fomentar la participación activa de la ciudadanía. La importancia de estos fondos no reside únicamente en cuestiones económicas, sino también en su capacidad de desarrollar capacidades, conectar actores y legitimar nuevas posibilidades.

En un momento en el que las organizaciones de la sociedad civil, educativas y del sector público se enfrentan a nuevos retos sociales y ajustes económicos, los fondos europeos se han consolidado como una herramienta poderosa para impulsar proyectos con impacto real. Desde lo local hasta lo internacional, representan una invitación a pensar más allá de lo inmediato, a cooperar y a innovar desde la base, proporcionando una importante diversificación de fuentes de financiación, reduciendo la independencia a actores locales y ofreciendo alternativas de resiliencia frente a cambios sociopolíticos.

Para muchas entidades del tercer sector, educativas o administraciones públicas, los fondos europeos son la puerta de entrada a ideas que, sin un impulso, habrían quedado en el cajón.

En España, según datos de la Comisión Europea y del Ministerio de Hacienda, durante el marco económico plurianual anterior de la UE entre 2014 y 2020, se asignaron más de 57.000 millones de euros en fondos europeos, inversión que se ha ido incrementando en el marco actual que va desde 2021 a 2027.

Según el Informe Anual de Erasmus+ en España (2023), más de 4.000 organizaciones participaron en proyectos educativos, juveniles y sociales, y más de 80.000 personas se movilizaron por actividades de formación o cooperación.

Sin embargo, gran parte de esos recursos no alcanzó a entidades pequeñas ni medianas del ámbito social o educativo. La complejidad técnica, la falta de información o el temor infundado a la carga administrativa siguen siendo barreras frecuentes, haciendo que muchas organizaciones perciban los fondos europeos como algo reservado a grandes instituciones, restringiendo su potencial de crecimiento, profesionalización y apertura.

Sin embargo, la oportunidad está al alcance.

Programas como Erasmus+, Interreg, Creative Europe o CERV promueven líneas accesibles para fomentar la innovación social, la cooperación transnacional y la participación ciudadana. Ofrecen un proceso de aprendizaje institucional, un punto de inflexión para muchas organizaciones que las conecta con otros tiempos, otras escalas, otras lenguas y las profesionaliza.

Por todo ello, alinearse con entidades con experiencia en este sector brinda a las entidades oportunidades de colaborar con otras realidades, explorar nuevas vías de financiación, contrastar enfoques, compartir metodologías y construir desde la diversidad.

Los fondos europeos no son un fin, sino un medio para que las ideas genuinas tengan más posibilidades de sostenerse, de crecer y de generar un impacto duradero.